A principios del siglo XX, entre los inmigrantes de la región se encontraban panaderos europeos de filiación anarquistas o comunista, con lo cual cierto tipo de facturas y masas recibió nombres que se burlan de las instituciones políticas, económicas y religiosas: por ejemplo, vigilantes, cañoncitos, suspiros de monja, o bolas de fraile. Hoy forman parte de los bocados recurrentes de la Gastronomía de Argentina. Suelen consumirse como desayuno o merienda, y son un acompañamiento común para diferentes infusiones.
Las facturas más populares son las medialunas (similares al cruasán francés, pueden ser “de manteca” o “de grasa”, las últimas más delgadas que las primeras). Las demás variedades incluyen las tortitas negras, vigilantes (similares a una medialuna pero recta) facturas con membrillo y crema pastelera, los churros, las berlinesas, palmeritas, cañoncitos de dulce de leche, entre otras.